Veintidós de Febrero de mil novecientos setenta y cuatro








Veintidós de febrero de mil novecientos setenta y cuatro,
ese es mi nombre grabado en mi piel, mis canas,
en neuronas dañadas por un tiempo crispado
de buenos instantes y malos momentos que tengo olvidado.

Mes bonito por un signo que me tiene siempre ahogado,
aunque siempre he respirado, consigo salir a flote,
a veces el destino, otras por ser un zote,
consigo subir al bote de un destino preparado
a base de tormentas que me empujan con su azote.

Día de dos patitos que a su madre van pegados
tienen que madurar y a golpes han madurado,
la cabeza siempre alta… ahora van agachados,
ven como el amor a palos les ha domado.

Presente presentado con ojos de niño,
de día de recién nacido o mejor dicho renacido,
porque nacer nací ese día y ese día he fallecido,
volviendo a retomar la vida pero con otro final
que parecerse... Dios dirá si es parecido.

Veintidós de febrero de mil novecientos setenta y cuatro,
año en que nací, día en el que empecé a morir…
Espero estés cerca de mí, que seas la que haga revivir,
enciendas la luz del faro y me señales el norte,
seas donde agarrarme y te conviertas en mi bote.



Comentarios

Entradas populares de este blog

En…..

Cruce de Caminos

Cuando muere el Amor