El día que yo me muera

El día que yo muera
evitarme campos santos
y los lloros y lloreras,
no habléis de tristes cantos
ni cantadas ni peleas,
de gracias ni borracheras,
elegantes momentazos
o ridículas carreras.

El día que yo muera
ahorraros bonitas flores
y gastaros en cervezas,
brindar por los rincones
donde sudan mis proezas,
convertiros una noche
en todo lo que se quejan,
los que piensan que sus vidas
son lo que deben serlas
y se ríen de las otras,
amarrados a sus correas.

El día que yo me muera
quiero veáis de cerca,
como vuelan mis fuerzas,
como flotan y bucean
como tiñen los mares
y se funden con arenas.

Ese día quiero veros como siempre
en la guerra, de las risas de batallas
que resuenan en conciencias, en las piedras
de los sitios y los bares de las plazas
y concurridas canteras, de castilla, de levante,
de morenas y gallegas, de faroles y lunares…
susurrados, escondidos, ocultados en cien cenas.

Comentarios

  1. si la casualidad ha hecho que me encuentre con este blog, voy a aprovechar y darte un consejillo. Escribir está bien porque puede servir de catarsis, y sí que es verdad que tienes cosas que contar. Pero no estaría de más que leyeras mucha poesía. Comienza por los clásicos. Tu poesía no tiene musicalidad, te limitas de vez en cuando a crear rima. Hacer poesía significa tener la necesidad de hablar de lo inefable, es decir, buscar en la estética el modo de expresar lo inexpresable con palabras.
    Consuelo Versal.

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